El golpe de ruta (4 de abril de 2015)

Siempre había pensado que cuando varios se conjuran para dar un golpe de Estado procuran mantenerlo en secreto y disimulan sus intenciones. En España, en cambio, se puede acceder a los planes de los golpistas a través de cualquier periódico, pues aquellos, en vez de ocultar sus propósitos, hacen alarde de ellos y los ponen a disposición del público.
Hace pocos días se difundía una hoja de ruta soberanista que aparece firmada por CDC-Reagrupament, ERC, ANC, AMI y Òmnium. En ella se detalla cómo se pretende dinamitar el orden constitucional y se hace expreso que los planes no se detendrán por la falta de vigencia jurídica o la impugnación del contenido de dicha hoja de ruta. Se prevé y asume, por tanto, la desobediencia y la vulneración de la ley.
Tal claridad solamente se entiende si quienes diseñan el golpe piensan que el Estado no va a actuar para frenar sus planes o calculan que esta actuación agravaría el conflicto y lo que buscan, precisamente, es este agravamiento.
En la hoja de ruta no se implican de forma expresa las instituciones de la Generalitat; aunque sí la AMI, integrada por varias administraciones locales. Es claro, sin embargo, que el plan supone la utilización del Parlamento Catalán y del Gobierno de la Generalitat, instituciones que desde hace tiempo participan en el proceso de secesión iniciado formalmente con la declaración de soberanía de enero de 2013.
Sorprende que se asuma con naturalidad esta apropiación de órganos y administraciones con propósitos contrarios a sus funciones legales y constitucionales. De hecho, tanto unos como otras ya no pretenden siquiera estar sometidos al orden legal del que derivan sus competencias, sino que actúan como órganos de un nuevo protoestado catalán.

Conviene recordar que en las relaciones internacionales el hecho, si consentido, acaba convirtiéndose en Derecho.

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