viernes, 27 de enero de 2017

Santiago Vidal y la fase de negación

En cierta forma es sorprendente el revuelo que se ha creado en torno a las declaraciones de Santiago Vidal en las que el entonces senador de ERC detallaba algunas de las medidas que se están adoptando para hacer realidad la secesión de Cataluña en el plazo de unos meses.


Son declaraciones de hace tiempo que se insertan en la explicación que se hace por toda Cataluña de la forma en que se está implementando la hoja de ruta secesionista, implementación que ha sido expresamente prohibida por el Tribunal Constitucional (Sentencia de 2 de diciembre de 2015 y Auto de 19 de julio de 2016). Pese a esta prohibición y sin que cause escándalo, por pueblos y ciudades proliferan los apóstoles de la secesión que explican con todo lujo de detalles cómo se desarrollará la destrucción del orden constitucional en Cataluña. Veamos, por ejemplo, cómo se despacha en este sentido Vicenç Partal, director de VilaWeb, uno de los medios separatistas que subvenciona la Generalitat.


Se trata de declaraciones habituales que quienes vivimos en Cataluña estamos acostumbrados a soportar. Y digo soportar porque quizás desde fuera de esta comunidad no se percibe la indignación que produce que constantemente nos encontremos con personas que arrogantemente afirman sin rubor que nos privarán de nuestra tierra, convirtiéndola en extranjera, quizás también de nuestra nacionalidad, de nuestra condición de ciudadanos europeos y puede que de nuestro trabajo (Santiago Vidal hacía referencia, parece ser, a los jueces que se quedarían y los que se tendrían que ir después de la independencia. Supongo que estarán también haciendo sus cuentas sobre policías, maestros o profesores de universidad).
Son declaraciones que hace tiempo que denunciamos y que, sin embargo, poco eco han tenido entre los gobernantes, los partidos políticos o los medios de comunicación. Quizás pudiera pensarse que se les da poca credibilidad. Con una cierta ingenuidad podríamos refugiarnos en que Vicenç Partal no es más que un periodista y que Santiago Vidal, pese a su condición de senador, no tiene responsabilidades directas de gobierno. Desde mi perspectiva, como digo, este tipo de razonamientos se me antojan infantiles; pero podría estar dispuesto a conceder un margen de duda en relación a la seriedad de estos propagandistas del separatismo; pero es que el anuncio del golpe de Estado contra el orden constitucional no se limita a estos personajes secundarios, sino que personas con responsabilidad de gobierno en Cataluña no han tenido problema en manifestarse en la misma línea.
Veamos, por ejemplo, esta intervención del Conseller de Justicia, Carles Mundó, en la Universitat Catalana d'Estiu este mes de agosto:


A partir de 01:05:23 el señor Mundó explica cómo se trabaja desde el Gobierno de la Generalitat en la hoja de ruta secesionista (y eso un mes después de que se hubiese dictado el Auto del Tribunal Constitucional de 19 de julio que, como hemos visto, prohibía expresamente dar apoyo a dicho proceso de secesión). En 01:06:57 se señala expresamente la conveniencia de no hacer públicas todas las medidas que se están adoptando para evitar que sean impugnadas; esto es, algo muy similar a lo que declaró el senador Vidal. En esta misma conferencia parece ser que el Señor Mundó indicó que el objetivo de su tarea era garantizar el control del territorio y de la población de Cataluña, tal como publicó La Vanguardia. Curiosamente, no se aprecia esa cita en el vídeo, pero parece que hay un corte en el mismo en el minuto 52:41, justo en el momento en el que comienza la intervención del Sr. Mundó ¿donde indicaba lo que recoge La Vanguardia, especulo?



Desde luego debería ser más preocupante la declaración del Conseller de Justicia que la de un periodista o, incluso que la de un senador; y, sin embargo, no hubo especial escándalo con estas declaraciones que, sin embargo, en su momento también fueron difundidas y denunciadas.



Pero no solamente el Conseller Mundó y otros cargos del Gobierno de la Generalitat han realizado declaraciones plenamente coherentes con las del Sr. Vidal, sino que el propio Presidente de la Generalitat no ha tenido inconveniente en repetir que su Gobierno trabaja en la consecución de la secesión, y eso, como digo, pese a la expresa prohibición del Tribunal Constitucional. Veamos, por ejemplo, su intervención en el Parlament de Cataluña durante el debate sobre la cuestión de confianza planteada por el propio presidente Puigdemont



Canal Parlament|Parlament de Catalunya



A partir del minuto 34:00 Puigdemont explica cómo su proyecto político, en el que está trabajando como Presidente de la Generalitat, es la construcción de un Estado independiente en forma de República. Detalla que está preparando legislación y medidas más concretas. Algunas de las cuales no serán detalladas más que cuando sea políticamente necesario. Estas palabras no solamente están en vídeo, sino también en el Diario de Sesiones del Parlament de Cataluña. A continuación reproduzco algunos fragmentos que pueden encontrarse en ese Diario de Sesiones:


Si se escuchó en su momento a Puigdemont y Mundó o se leyeron sus declaraciones creo que se entiende que sorprenda tan solo relativamente lo que dice ahora el Sr. Vidal. De hecho, tras las declaraciones de Puigdemont del 28 de septiembre de 2016 Societat Civil Catalana ya pidió que Puigdemont dejara de ser el presidente de la Generalitat, porque no es admisible que ejerza el poder público sobre los catalanes quien hace expreso que actuará en contra de la ley y la Constitución desobedeciendo lo establecido por los Tribunales. Pero fue una voz que clamó en el desierto, nadie reaccionó, aparentemente, ante la gravedad de lo que allí se decía.
De hecho, esta misma semana Puigdemont dijo cosas muy parecidas en Bruselas, en su discurso en el edificio del Parlamento Europeo. En concreto, dijo que

"De acuerdo con el resultado de las elecciones del año 2015, por tanto, existe en Cataluña una mayoría de ciudadanos que quiere construir un nuevo estado que de respuesta a las necesidades y a las ambiciones de futuro, y el Parlamento y el Gobierno tienen el encargo claro e inequívoco de trabajar para hacerlo posible. Durante todo este tiempo se ha estado haciendo y se está haciendo el trabajo necesario para poder llegar a ser un estado: esto incluye la preparación de las estructuras de estado y la legislación necesaria para poder actuar como un país independiente integrado en la Unión Europea y en la comunidad internacional desde el primer día"

Como puede apreciarse, no algo muy diferente de lo que manifestó Vidal y, sin embargo, han sido las declaraciones de Santiago Vidal las que han generado peticiones de comparecencia, actuaciones de Fiscalía y un general escándalo ¿por qué? ¿no es más grave y preocupante lo que expresa el Presidente de la Generalitat o el Conseller de Justicia que lo que dice un senador sin responsabilidades directas de gobierno?



Mi impresión es que hasta este mismo momento, hasta hoy, 27 de enero de 2017, la sociedad y la política españolas se encontraban encerradas en una colosal fase de negación que les impedía asumir la gravedad de la situación que estamos viviendo. Es comprensible, porque el desafío al que se enfrenta España es de una enorme gravedad.
Lo que está sucediendo es que un grupo de personas han aprovechado su acceso a instituciones clave del ordenamiento constitucional español (el Gobierno de la Generalitat, el Parlamento de Cataluña, la mayoría de los ayuntamientos catalanes y otras administraciones locales) para utilizar los resortes de poder que estas administraciones tienen para hacerse con el control efectivo del territorio y de la población de Cataluña (recordemos las palabras de Mundó en la Universitat Catalana d'Estiu) con el fin de llegar a ser la única administración de un nuevo Estado, la República Catalana, desplazando así al Estado español de esta región.
Se trata del plan para, mediante un golpe de Estado que pasa por la apropiación de las instituciones de la Comunidad Autónoma y de las administraciones locales, crear un sujeto de Derecho político amputando a España una parte de su territorio y más de siete millones de habitantes. Respecto a estos habitantes, el resultado de la operación es sustraerles de la soberanía española para o bien pasar a ser extranjeros en el territorio del nuevo Estado o bien perder su condición de españoles y ciudadanos europeos para convertirse en nacionales del nuevo Estado (dejando aparte aquellos supuestos que pudiera haber de doble nacionalidad y que no pasarían de ser excepcionales, como con carácter general son todos los caso de doble nacionalidad).
Todo esto no lo digo yo. Como puede comprobarse es lo que dicen los altos cargos de la Generalitat empezando por su Presidente y es de tal gravedad que es comprensible que la sociedad española haya reaccionado mediante ese humano mecanismo que es la negación.
Solamente a partir de la limitación que se deriva de la incapacidad de percibir las auténticas consecuencias de lo que está sucediendo se entiende la pasividad con la que se ha admitido hasta ahora la ocupación de las instituciones y administraciones por los nacionalistas que pretenden la ruptura del Estado. Anonadados calculábamos (calculaban, para ser más precisos) que todo respondía a un engaño, que no era cierto lo que decían, que se trataba tan solo de bravuconadas, pero sin que tales excesos verbales respondieran a la realidad. Una actitud, en definitiva, incomprensible y que carece de fundamento, porque incluso en el caso de que todo lo que decían los responsable políticos fuera una mera invención no es admisible que se mantenga a los ciudadanos en la permanente amenaza de que el ordenamiento que les protege será destruido para ser sustituido por otro al margen de los procedimientos previstos.

Tuvo que llegar el ex-juez Vidal para que la venda comenzara a caer. Y no porque dijera cosas
diferentes de las que se habían dicho hasta ahora; sino por detalles tales como que él mismo empleara la palabra "ilegalidad", como si la ausencia de este término en el discurso de Puigdemont excluyera que lo que decía fuera una evidente ilegalidad; o porque detallara en qué consistía el engaño que se perpetraba contra el Estado (ocultar en los presupuestos determinadas partidas destinadas al referéndum ilegal), como si esto añadiera algo al famoso "tenemos que engañar al Estado, de Artur Mas"
Han sido estos detalles los que han comenzado a romper el muro que la sociedad y la política españolas construían en torno al conflicto generado por los nacionalistas. No sé si se esta grieta que se abre será suficiente para que los responsables políticos, los opinadores y articulistas y la opinión pública asuman ya que nos enfrentamos a un desafío al orden constitucional que no admite medias tintas y que solamente podrá ser resuelto desde la convicción de que la defensa de nuestro sistema de libertades justifica que se arrincone el prejuicio de corrección de los nacionalistas que ha condicionado nuestra política desde hace cuarenta años.
Santiago Vidal, al hablar de apropiación ilegal de datos y al explicar con una sonrisa que "estábamos todos fichados" ha entreabierto la puerta que oculta el plan secesionista y por primera vez la mayoría de los ciudadanos han intuido que tras esa puerta lo que se oculta no es una broma, sino la amenaza más seria para nuestra democracia desde el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

miércoles, 25 de enero de 2017

Puigdemont en Bruselas

Resolución 1/XI del Parlamento de Cataluña, de 9 de noviembre de 2015 sobre el inicio del proceso político en Cataluña como consecuencia de los resultados electorales del 27 de septiembre de 2015

"Segundo: El Parlamento de Cataluña declara solemnemente el inicio del proceso creación de un Estado catalán en forma de república.
(...)
Cuarto: El Parlamento de Cataluña insta al futuro Gobierno a adoptar las medidas necesarias para hacer efectivas estas declaraciones"

Sentencia 259/2015, de 2 de diciembre del Tribunal Constitucional 

"Fundamento Jurídico 4: Como consecuencia recae sobre los titulares de cargos públicos un cualificado deber de acatamiento a dicha norma fundamental [la Constitución], que no se cifra en una necesaria adhesión ideológica a su total contenido, pero sí en el compromiso de realizar sus funciones de acuerdo con ella y en el respeto al resto del ordenamiento jurídico.
(...)
FALLO: Ha decidido estimar la impugnación (...) contra la Resolución 1/XI del Parlamento de Cataluña (...) declarando en consecuencia su inconstitucionalidad y nulidad."

Auto del Tribunal Constitucional de 19 de julio de 2016

"la creación de la Comisión [de estudio del proceso constituyente] podría ser entendida como un intento de dar apariencia de validez al denominado proceso constituyente en Cataluña, cuya inconstitucionalidad fue declarada por la STC 259/2015, y esto es suficiente para que deba estimarse el incidente de ejecución planteado
(...)
En suma, la actividad de la comisión creada resulta absolutamente inviable si no se entiende condicionada al cumplimiento de las exigencias de la Constitución y, en general, a los marcos que rigen para la actividad política. Así lo declaró el Tribunal advirtiendo asimismo a los poderes implicados y a sus titulares, bajo su responsabilidad, de su deber de impedir o paralizar cualquier iniciativa que suponga ignorar o eludir estos mandatos."

Discurso de Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo, 24 de enero de 2017

"De acuerdo con el resultado de las elecciones del año 2015, por tanto, existe en Cataluña una mayoría de ciudadanos que quiere construir un nuevo Estado que dé respuesta a sus necesidades y ambiciones de futuro y el Parlamento y el Gobierno tienen el encargo claro e inequívoco de trabajar para hacerlo posible. Durante todo este tiempo se ha estado haciendo y se está haciendo el trabajo necesario para poder llegar a ser un Estado, eso incluye la preparación de las estructuras de Estado y la legislación necesaria para poder actuar como un país independiente integrado en la Unión Europea y en la comunidad internacional."

Artículo 92.4 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional 

"En caso de advertirse que una resolución dictada en el ejercicio de su jurisdicción pudiera estar siendo incumplida, el Tribunal, de oficio o a instancia de alguna de las partes del proceso en que hubiera recaído, requerirá a las instituciones, autoridades, empleados públicos o particulares a quienes corresponda llevar a cabo su cumplimiento para que en el plazo que se les fije informen al respecto".

sábado, 21 de enero de 2017

Pluralidad, unidad y, sobre todo, vitalidad

Cuando en abril de 2014 Societat Civil Catalana hizo su presentación oficial, resultaba impensable el actual florecimiento en Cataluña de entidades que apuestan por la continuidad en la participación de los catalanes en los proyectos español y europeo. En 2014 se había extendido la sensación de que el proceso de secesión avanzaba como macha de aceite sin que se apreciaran reacciones en la sociedad catalana más allá de los grupos que desde siempre habían mostrado su oposición al nacionalismo.



En 2014 esto comenzó a cambiar. Es cierto que siempre habían existido en Cataluña asociaciones o grupos que se habían opuesto a la ocupación del espacio público por las opciones políticas e ideológicas vinculadas al soberanismo; pero ninguna de ellas tenía la pretensión de globalidad y la ambición que mostraba Societat Civil Catalana. El especial momento histórico que se vivía explica seguramente el interés suscitado por la iniciativa y su rápido crecimiento. Un año después de haber nacido ya contaba con las primeras agrupaciones locales y sectoriales, había producido documentos, participado en debates y convocado varios actos en la calle. Dos años después era una marca ampliamente conocida, con capacidad para entrevistarse con líderes políticos, hacer oír su voz en Cataluña, en el resto de España, en Europa e, incluso, en Estados Unidos y su participación pública era cada vez mayor.







A la vez que Societat Civil Catalana crecía otros grupos aparecían cubriendo desde distintos flancos la construcción en Cataluña de un espacio no nacionalista. “Empresaris de Catalunya” ofrecía la posibilidad de que el mundo económico expresara su convencimiento de que el futuro de Cataluña pasa por su permanencia en España. “Pi i Margall” se convertía en una plataforma para el mundo de la comunicación atenta a los desvaríos de los medios de propaganda del régimen nacionalista. CLAC ofrecía un espacio para propuestas culturales con el objetivo de recuperar para Barcelona y Cataluña ese lugar en la cultura universal que el aldeanismo nacionalista nos podía hacer perder…



El 19 de enero de 2017 se presentaba “Concordia Cívica”, otro grupo que pretende amplificar la voz de quienes se oponen al proceso secesionista. Es encomiable el vigor que muestra la sociedad catalana con la continua aparición de entidades o asociaciones que tienen como objetivo hacer visibles y reforzar los vínculos entre los catalanes y el resto de los españoles. Han pasado tan solo tres años desde 2014, pero el cambio del paisaje es significativo. La sociedad catalana muestra así una enorme vitalidad y son cada vez más quienes se quieren sumar a aquellos que han (hemos) dicho con claridad que la secesión es mala para Cataluña y para los catalanes, y que el proyecto español y europeo merecen mucho la pena. Es cierto que aún hemos de esperar para juzgar el papel que jugará “Concordia Cívica”, pero desde luego ha de valorarse como positivo el nacimiento de otra entidad que colaborará en la tarea de mostrar las ventajas que para los catalanes tiene continuar siendo españoles.
Sobre el papel que la nueva asociación desempeñará poco sabemos todavía. En su presentación ha declarado que su voluntad es convertirse en una especie de “ANC” del independentismo, coordinando, amplificando o dirigiendo de alguna forma a otras asociaciones y entidades que trabajan para que la voz de los catalanes no nacionalistas sea oída en Cataluña, en España y en otros lugares. Hemos de ver cómo se concreta este propósito, pero ha de apuntarse que seguramente a sus promotores no se les escapan las dificultades de esta empresa, tal como intentaré explicar a continuación.
Entre quienes no comparten los planteamientos secesionistas hay una variedad enorme de posicionamientos ideológicos. Encontramos persona que se ubican a la derecha, grupos no democráticos de extrema derecha, personas que se identifican como liberales, socialdemócratas o a la izquierda de la socialdemocracia. En lo que se refiere a sus preferencias sobre la organización territorial del Estado hay desde quienes preferirían la desaparición de las Comunidades Autónomas y la vuelta a un Estado centralista a quienes optan por modelos federales o, incluso, confederales.
Realizar propuestas que permitan reunir a todos estos grupos es imposible. Societat Civil Catalana, por ejemplo, siempre ha manifestado su repulsa hacia los grupos que no comparten los valores democráticos y, por tanto, expresamente rechaza cualquier colaboración con ellos. Más allá de este rechazo, todos aquellos que comparten los valores democráticos pueden participar en Societat Civil Catalana, pero la variedad de planteamientos de sus integrantes hace que las propuestas que se hagan desde la entidad sean realmente de mínimos, pues ha de intentarse siempre que todos los que son contrarios a la secesión y comparten los valores democráticos se sientan representados. Esta es la función de Societat Civil Catalana.



Esto explica que existan otras entidades que también comparten el rechazo a la secesión y que ponen el acento en planteamientos que, por ejemplo, Societat Civil Catalana no podría asumir por su transversalidad. Lo anterior no implica que no sea conveniente la colaboración con estas entidades; pero cada colaboración es fruto siempre de un trabajo de identificación de los puntos comunes en los que coincidimos y a partir de un ejercicio relevante de generosidad por parte de todos los que colaboran.
Es por lo anterior que Societat Civil Catalana desde sus inicios se planteó como una asociación de personas, y no como una agrupación de asociaciones o entidades. Éramos conscientes de que la pluralidad de quienes se oponen a la secesión no podía ser reconducida a una unidad que provocaría tensiones y acabaría provocando conflictos.
Más allá de eso, hemos de plantearnos si es adecuada una estrategia “frentista”, que replique a la de los nacionalistas. Societat Civil Catalana siempre se ha mostrado también escéptica ante propuestas como la de la articulación de una lista conjunta de los partidos constitucionalistas o de la creación de estructuras que articulen la pluralidad de la sociedad civil al modo en que hacen los nacionalistas.
Lo normal en una sociedad democrática es pluralidad de voces y de acentos. Discrepancias en unos puntos y acuerdos en otras. Existiendo argumentos a favor de la tesis contraria, hasta ahora Societat Civil Catalana ha preferido alejarse de ese frentismo para realizar propuestas que no limiten de ninguna manera los matices que existen dentro de quienes se oponen al secesionismo. El hecho de que muchas personas que colaboran con Societat Civil Catalana participen también en partidos políticos u otras asociaciones es muestra de que no es incompatible una “militancia múltiple”, que seguramente es más fiel a la realidad de nuestra sociedad.
Seguramente “Concordia Cívica” es consciente de todo lo anterior. Esperamos sus propuestas mientras seguimos realizando la actividad que en estos tres últimos años nos ha llevado a presentar a través de actos y documentos las ventajas para los catalanes de continuar siendo parte de España y de la Unión Europea, a denunciar las mentiras y abusos del nacionalismo, a explicar a la opinión pública tanto española como internacional otra visión de la realidad catalana, a comparecer en las instituciones catalanas, españolas y europeas como catalanes no nacionalistas que desean seguir participando en la comunidad política con la que nos identificamos y rechazan que por la vía de hecho se les arranque de ella. En definitiva, continuaremos haciendo la labor que llevamos haciendo y confiamos en que Concordia Cívica se convierta en un actor útil para la convivencia entre catalanes y entre el conjunto de los españoles.
En cualquier caso, hemos de felicitarnos por la indudable vitalidad de la sociedad catalana en estos momentos difíciles y debatir con tranquilidad sobre los equilibrios que han de buscarse entre diversidad y unidad en las propuestas de quienes defienden que los catalanes sigamos siendo españoles y europeos.

miércoles, 18 de enero de 2017

Derecho a coaccionar

Hace tres años un grupo de energúmenos irrumpió en la Librería Banquerna, dentro de la Delegación de la Generalitat en Madrid e impidió violentamente que continuara un acto que se estaba desarrollando con motivo de la Diada. La imágenes dan perfecta cuenta de lo ocurrido.


Hace poco hemos conocido la Sentencia del Tribunal Supremo que condena a varios de los violentos con penas de hasta cuatro años de cárcel.
Creo que al igual que hace tres años nos indignaba que se hubiera impedido de esta forma la realización del acto que se desarrollaba en la Librería Blanquerna ahora debe satisfacernos que la Justicia haya condenado de forma contundente a los autores de aquel atropello. La violencia siempre es reprobable; pero más aún cuando va dirigida a limitar la libertad de expresión o cuando pretende incitar al odio contra algún grupo. Nuestro Código Penal recoge estos matices y sanciona de forma agravada aquellas coacciones que van dirigidas a limitar el ejercicio de los derechos fundamentales -como puede ser la libertad de expresión u opinión- o cuando van unidas a la incitación al odio.
Es coherente que sea así. En democracia resulta esencial que todos puedan expresar sus opiniones, manifestarse y participar en el debate público. Sin este intercambio de ideas la democracia pierde su sentido y fácilmente puede convertirse en un régimen autoritario. No hemos de olvidar que el autoritarismo no siempre se ha impuesto al margen de la voluntad popular, tal como nos muestra, por ejemplo, la forma en que los nazis llegaron al poder en Alemania.
Sería conveniente que todos fuéramos especialmente cuidadosos con los atentados a la libertad de expresión y con los discursos que pretenden excluir a ideas o grupos del debate público. La democracia es, en esencia, un procedimiento, un mecanismo para que el debate público pueda conducir a las mejores decisiones; y si ese procedimiento se adultera la democracia desaparece por muchas elecciones y votaciones que haya.
Es por esto que no puedo dejar de mostrar una cierta preocupación por la diferencia de tratamiento que se observa entre las actitudes violentas y excluyentes en función de las ideas que son atacadas o coartadas. Hace tres años, cuando sufrimos -empleo la primera persona del plural porque cuando se ataca la libertad de expresión todos debemos sentirnos atacados- el ataque en la librería Blanquerna se produjo una inmediata ola de solidaridad y condena que ha de ser valorada muy positivamente, pero que no se aprecia con la misma intensidad por parte de todos los actores cuando los atacados son otros.
En Cataluña lo sabemos bien. Hace unos meses unas voluntarias de "Barcelona con la Selección" fueron agredidas mientras repartían información en una calle de Barcelona


Y algunos que habían sido extraordinariamente contundentes en la condena del ataque en la librería Blanquerna parecía que no lo eran tanto en lo que se refería al ataque a las voluntarias de "Barcelona con la Selección". Las condenas, en algunos casos, no fueron ni tan inmediatas ni tan enfáticas como lo habían sido tres años antes.
En la UAB tenemos también experiencia con esta situación. El colectivo de jóvenes de SCC en la UAB ha colocado carpas informativas en el campus y organizado actos, y en todos los casos estas carpas o actos han sido objeto de agresiones o boicots. En abril de 2016, apenas montada una carpa informativa en el marco de la feria de entidades que organiza la propia UAB, un grupo de intolerantes se acercó con una navaja a la carpa, arrancó la bandera española que allí lucía y la destrozaron mientras rodeaban el puesto e insultaban a quienes allí estaban
Pocos días después se montó otra carpa informativa y un grupo de autodenominados "antifascistas" se dedicó a boicotear el acto, lo que obligó al despliegue de miembros de seguridad y alteró completamente la finalidad pretendida por la carpa. En el vídeo que sigue puede verse cómo con megáfonos se insultaba a quienes allí estábamos


Ninguno de estos ataques y boicots fue condenado por la UAB ni por otros que, sin embargo, no tienen reparo en escandalizarse cuando la violencia se dirige contra quienes no discrepan de las tesis nacionalistas. Esta diferencia en la valoración de las coacciones y las limitaciones a la libertad de expresión me preocupa por lo que tiene de síntoma de un deterioro profundo en la sensibilidad democrática.
Hace poco volvimos a tener ocasión de comprobarlo. De nuevo en la UAB una carpa de SCC era acosada por los intolerantes, que impidieron el desarrollo de la tarea informativa que nos habíamos propuesto.



En el vídeo se recogen algunos momentos de la tensión vivida


Al día siguiente la situación fue todavía peor: un cinefórum que pensábamos realizar tuvo que acabar desarrollándose en un aula protegidos por personal de seguridad. En estos vídeos puede verse la situación que se vivió.





Al acabar el acto, todavía un grupo de fascistas autodenominados antifascistas persiguieron a un grupo de integrantes de "Barcelona con la Selección" que habían acudido al cinefórum. El ataque está siendo investigado por la policía.
¿Hay diferencias sustanciales entre lo acaecido en la librería Blanquerna y lo que ha vivido "Barcelona con la Selección" y SCC? Cualquiera que vea las imágenes verá que no. Es por eso que resulta preocupante ya no el ataque, la coacción y el intento de arrinconamiento de quien no piensa de acuerdo con los estándares nacionalistas, sino, sobre todo, que estas actitudes, absolutamente reprobables en democracia, no sean contundentemente condenadas por instituciones y fuerzas políticas. Existe una tolerancia institucional ante los violentos que se alinean con el nacionalismo que no es en absoluto tranquilizadora. El próximo lunes tendremos ocasión de nuevo para comprobarlo. En el Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès se presentará una moción de solidaridad con el ataque sufrido por SCC en la UAB, al lado mismo de Sant Cugat ¿apostamos algo a que esa moción no prospera y que se intentará echar un capote a los violentos?
En Cataluña son demasiados los que están dispuestos a admitir cierto nivel de coacción o violencia si va dirigido contra quienes se oponen al nacionalismo. No se trata de dramatizar; pero en esta semilla de tolerancia anida el árbol de la dictadura, y cuanto antes nos demos cuenta, mejor.

martes, 17 de enero de 2017

Cuando escribir mal es una provocación

Puigdemont dirige una carta a Rajoy con varios errores gramaticales y ortográficos. La noticia está circulando la mañana en que escribo esto y algunos aprovechan para señalar la falsedad de la reiterada afirmación según la cual el sistema denominado de "inmersión" en catalán que se sigue en la escuela catalana permite que el conocimiento del castellano en Cataluña sea tan bueno como en cualquier parte de España.



Quienes así opinan se burlan de las faltas cometidas como si fueran resultado de la incompetencia lingüística de sus redactores.
No comparto esta perspectiva.
Y no la comparto porque disienta de que la enseñanza monolingüe en catalán no es un instrumento adecuado para que se aprenda correctamente el castellano. En varias ocasiones he reiterado la falsedad de esta afirmación (la de que la inmersión permite un correcto conocimiento del castellano) y los problemas que plantea el modelo lingüístico que se aplica en la educación catalana (la última, aquí).
No, el problema es que en este caso los errores no responden -es mi impresión- a la falta de capacidad, sino al deseo de provocar y despreciar.
Me extrañaría que en una organización como la Generalitat no haya personas con conocimientos suficientes de español como para no redactar correctamente la carta que nos ocupa (y que, aparte de los errores, muestra un estilo poco elegante, así por ejemplo lo de "su Gobierno se ha negado a afrontar de manera verdadera, más de anuncios"). El problema es otro.
Los errores y las torpezas en la redacción se explican a partir del relato según el cual el español es una lengua extraña a Cataluña que podemos conocer, pero que no es nuestra, que no apreciamos y de la que nos gustaría desprendernos (puede comprobarse esta última afirmación aquí).
El problema no es la falta de competencia, sino que la carta y sus faltas muestran un desprecio que no solo va dirigido a Rajoy, sino también a todos los catalanes que tenemos el castellano como lengua materna y que no comulgamos con la mitología nacionalista que pretende que nuestra lengua es un injerto indeseable en la Cataluña (falsamente) milenaria que pretenden los nacionalistas.
Quien redactó la carta originalmente lo hizo -me parece evidente- de forma descuidada. Y después se eludió la precaución de que alguien con cierto conocimiento la revisara. Sorprende esta falta de atención cuando cualquier texto en catalán que produzcan las administraciones catalanas y tenga carácter oficial es cuidadosamente revisado lingüísticamente.
El mensaje que se traslada con este desinterés por la corrección del texto es el de que no se da especial valor a lo que se dirige al Presidente del Gobierno de todos los españoles y que tampoco es motivo de vergüenza que en lo que se escribe en castellano se cometan errores gramaticales u ortográficos. A algunos he conocido que a propósito empeoran su español para aparentar despego por una lengua que tanto les molesta. Como digo, aunque sorprenda a quienes no conozcan de primera mano lo que se vive en Cataluña, la voluntad de empobrecernos limitando el conocimiento del castellano llega a estos extremos.
Es por esto por lo que me indigna esta carta. No caigamos en el error de burlarnos; porque lo que denota no es motivo de burla, sino de irritación.

lunes, 16 de enero de 2017

Libre






Si la muerte llega ahora,
si libre entregas tu sangre y tu luz,
si dejas que la ola el pecho quiebre,
si te abandonas,
si las palmas de las manos ofreces,
si no temes la soga ni el puñal...
nadie por ti vendrá.
Los ojos vivos, la carne que tiembla
mientras aguarda la sombra que llega
y tu rostro comienza ya a tocar.
Ver más allá del final
la brisa entre las hojas,
las conversaciones plácidas,
jóvenes que caminan descuidados,
piel que brilla en el claro atardecer.
Gozar más allá de la oscuridad
sonrisas y amores, suaves caricias
que ya no sentirás.
Si cambias el temor de este instante
por vidas sin violencia ni injusticia
que otros -desconocidos- tendrán;
si hoy la muerte aceptas
sin reproches ni esperanzas, confiando

que algún día la hierba crecerá,
cubrirá las piedras ensangrentadas,
verdearán las rocas arrojadas
y nadie entonces ya recordará
este dolor fatal.
Confiando, sí
que esta noche a punto de llegar
sueño será, oscuro y frío, mortal;
pero sueño al fin, un sueño del que alguien,
-otro- despertará.
Confiando, sí
en la mañana en que el niño o la joven,
la mujer o el anciano,
serenos y tranquilos, aburridos quizás,
ignoren que la libertad que tienen,
la seguridad, la prosperidad
aquí fueron ganadas,
la tarde en que supiste
que esa mañana que no verás
más importa que la vida que pierdes,
que el recuerdo y la memoria
que contigo desaparecerán.
Si estas cosas haces,
un beso -el mío- en la frente, al morir,
recibirás.





A quienes debemos lo que ahora somos, lo que damos por sentado; a quienes con su sacrificio, a veces olvidado, hicieron posible un mundo mejor

sábado, 14 de enero de 2017

Dante y Ulises

No es posible leer los "Nueve ensayos dantescos" de Jorge Luis Borges sin acudir inmediatamente a la Divina Comedia de Dante Alighieri a leer o releer uno u otro episodio. Borges aporta una visión original sobre la Comedia y la convierte en puerta a un mundo lleno de misterios que transcienden a la propia obra. Los ensayos tienen la virtud de mostrarnos que la Divina Comedia es una obra que crea un Mundo, que, en cierta forma, crea vida.
Cuando se lee la Divina Comedia el lector tiene la sensación, pese al tema, de que se trata de algo en cierta forma real, y no es difícil confundir al autor con el protagonista de la obra. De esta confusión brotan las múltiples lecturas que permite ese relato inclasificable.
Recordemos, la "Comedia" (como la llamó Dante) comienza cuando su autor y protagonista se encuentra con Virgilio, quien ha sido enviado por Beatriz -una dama a quien Dante había amado sin ser correspondido y que tras su muerte el poeta coloca en el cielo- con el fin de que le guíe por los tres reinos de ultratumba a fin de que reconduzca su vida en un momento de confusión que se simboliza por la "selva oscura" donde se ubica el inicio del relato.
Virgilio y Dante entran en el Infierno y allí visitan sus distintos círculos, que se adentran hasta el centro de la Tierra. Penetran por una cueva que les hace ascender a las antípodas, donde se encuentra la montaña del Purgatorio, en sus diferentes gradas se preparan los salvados para ascender al Cielo. En lo alto del Purgatorio se encuentra el Paraíso Terrenal. Allí Virgilio desaparece ante la llegada de Beatriz, venida desde el Cielo y que guía a Dante en el Paraíso Terrenal y le hace ascender hasta las distintas esferas celestiales.
Durante su viaje Dante se encuentra con multitud de personajes tanto históricos como mitológicos e, incluso, conocidos de Dante o de la época de Dante. Uno de estos personajes es Ulises, a quien Dante encuentra en el Infierno, castigado por falsario. En su conversación con él, el griego relata al autor que en sus viajes pretendió visitar el Purgatorio, lugar prohibido para los vivos. Cuando ya estaban avistando la montaña una tormenta hundió la nave, seguramente castigados por haber pretendido ir más allá de lo que estaba permitido a los mortales.



Este episodio es aprovechado por Borges para uno de sus ensayos dantescos, donde el argentino repara en que la contraposición entre el viaje de Ulises y el del propio Dante podría mostrar un conflicto mental del autor. Se trata de una perspectiva interesante que va más allá de lo que habían expresado otros comentaristas de la Comedia. Me explico: en comentarios anteriores se había puesto de manifiesto que el intento mundano de Ulises de visitar el Purgatorio se contraponía al viaje teológico de Dante, guiado por la razón (Virgilio) e impulsado por la fe (Beatriz). Ahora bien, tal como señala Borges, no ha de confundirse el autor Dante con el personaje Dante. El personaje, efectivamente, está guiado por la razón y la fe, pero no así el autor, Dante, que es el único que crea todo el aparato en que consiste la obra. De la efectiva separación entre el personaje y el autor surge el conflicto que tan bien plantea Borges y que mostraría las dudas de Dante sobre si con su obra no estaría profanando un terreno para el vedado: el de aquello que está más allá de la muerte.
Aquí se queda el autor argentino. Cuando leí este ensayo me deslumbró la forma en que una observación certera -el autor no es el personaje- ilumina todo el escenario; pero, a la vez, intuí que era necesario ir más allá de lo que planteaba Borges.



Creo que, efectivamente, en la separación entre el personaje Dante y el autor Alighieri está la clave para entender el episodio. Dante, a través de Ulises describe el viaje que le costó la vida al griego. Su intento de visitar los reinos del más allá se pagó con la vida. Alighieri, el autor, es consciente de que él está incurriendo en el mismo atrevimiento que Ulises, y que las justificaciones que pudiera tener (Virgilio, Beatriz) no son en absoluto reales. Así pues, pese a lo que nos cuenta, y teniendo en cuenta que Dante Alighieri sería, como todos sus contemporáneos, una persona religiosa; no creo que tuviera duda de que estaba tratando de manera mundana un misterio divino. En definitiva, que conscientemente estaba incurriendo en un pecado equivalente al que le costó la vida a Ulises.
Quizás esto parezca especulativo -y lo es, por supuesto- pero creo que hay otro elemento que Borges no tiene presente en su ensayo y que apoyaría que en este caso no nos encontramos ante un conflicto mental de Dante, sino ante la cruda confesión del pecado que, según él, cometía escribiendo la Comedia. Ulises está castigado no en el círculo de quienes pretenden desvelar misterios divinos o descubrir secretos, sino en el de los falsarios. Esto es, su castigo en el Infierno no es consecuencia de su imprudencia al querer visitar en vida el Purgatorio, sino de su engaño con el caballo de Troya.
Bien, es claro lo del caballo de Troya y, además, encaja perfectamente en una de las obsesiones de Dante, el restablecimiento del Imperio que sería heredero del Romano, en su día heredero del reino creado en Italia por Eneas, quien tuvo que huir de Troya tras la conquista de esta por los griegos gracias, precisamente al ardid de Ulises.



Todo muy bien, pero entonces ¿a qué el relato sobre el viaje de Ulises al Purgatorio que introduce otro pecado que no parece tener reflejo en el más allá? ¿Una simple digresión? Creo que no. Ya en la primera lectura sin prevención del encuentro entre Dante y Ulises hay algo que rechina, y en una obra tan perfecta como la Comedia eso es prácticamente impensable. Si asumimos plenamente lo que comentaba en el párrafo anterior -Alighieri es consciente de que la redacción de su obra es un pecado- se conectan de forma natural el viaje y el círculo en el que es castigado Ulises.
El autor se ve así mismo como Ulises, viajando a donde tiene prohibido, y, en realidad, sin más ayuda que su imaginación, pues ni Virgilio le auxilia ni Beatriz aparecerá beatífica a brindarle su mano al comenzar a redactar los cantos del Paraíso. En estas circunstancias él se sabe condenado, y se sabe condenado por haber creado una falsedad de forma tan perfecta que muchos la tomarán por verdadera.
Su verdadero pecado es, como el de todos los autores, el de haber pretendido crear un mundo que aparentara ser real, que fuera tomado por real por quienes lo leyeran o escucharan. De esta forma, el relato y el castigo de Ulises se complementan perfectamente, se presentan como un reflejo del propio drama de Dante, entregado a una obra a la que no solamente dedicará su vida, sino también su alma. De esta forma la confesión del Canto XXVI del Infierno es la más estremecedora declaración de amor a la literatura hecha por ningún autor jamás.
Maravilloso Dante. El artista por antonomasia.



sábado, 7 de enero de 2017

La otra mirada de La Llagosta (al otro lado de la carretera)

Comparto hoy un texto que no es mío, sino de Gracia Fuentes Cruz, "La otra mirada de La Llagosta (al otro lado de la carretera):

"La Llagosta que yo conocí en los años setenta era un pueblo en el que convivían personas venidas de muchos lugares diferentes, personas llenas de valor y valentía que lo arriesgaron todo por encontrar una vida nueva, una existencia  mejor, su futuro y el de sus hijos. Toda esta población que llegaba multiplicó de manera exponencial los pocos habitantes, campesinos en su mayoría, que encontraron a su llegada.
La carretera, la N-152 entonces, fue testigo del asombroso crecimiento del municipio. A un lado (derecho, bajando hacia Barcelona) quedaron los primeros habitantes de la zona, al otro, oleadas de inmigrantes que en pocos años fueron ocupando edificios construidos rápidamente, con urgencia, pero tambien sin control, sin planificación, sin servicios. El término municipal se agotó pronto entre edificaciones y polígonos industriales. Los niños jugábamos en la calle, asfaltadas algunas si y otras no, y las porterías de futbol se pintaban en las tapias de las fábricas que teníamos delante de casa.
Mientras el pueblo crecía, las dos comunidades que lo formaban, la de los “pageses” de la parte derecha de la carretera y la de los immigrantes de la izquierda, convivían, pero sin llegar a mezclarse del todo. Bien nos lo recordaba el cura al hacer la primera comunión: los niños de la parte derecha de la carretera eran colocados siempre en los primeros bancos y los de la izquierda por mucho que hubieran destacado en la catequesis se veían desplazados a los bancos de detrás.
La Llagosta era el pueblo de todos nosotros pero seguramente no lo veíamos igual unos y otros. Reflexiono sobre todo esto al llegar a mis manos un libro publicado por el Ayuntamiento, Mirades LaLlagosta: Passat, present i futur. Es una publicación basada esencialmente en fotografías. La gran mayoría de éstas reflejan las antiguas masías, los campos de cultivo y retratos de la gente que las habitaban y faenaban en ellas. Están ausentes los rostros y los nombres de todos aquellos que vinieron de tantos sitios para hacer el pueblo que hoy es La Llagosta. Cierto, hay fotografías de los bloques de viviendas que ocupábamos, la imagen que de nosotros tenían quienes vivían al otro lado de la carretera, pero no somos nosotros. Nuestras experiencias, nuestras vidas, nuestro trabajo, nuestras esperanzas son también parte de La Llagosta y no nos contentamos con ser reflejo en la mirada de otros. Hace falta la mirada sobre La Llagosta desde la parte izquierda de la carretera."




lunes, 2 de enero de 2017

Razones para el pesimismo

Hace muy poco compartía una reflexión de hace un tiempo en la que planteaba que el mundo en el que ahora vivimos podría ser más justo y feliz que lo que realmente es. Partía de las expectativas de los años 70 y 80 del siglo XX y concluía con que, pese a que el desarrollo científico y tecnológico había ido incluso más allá de lo que entonces se calculaba, la sociedad no había podido convertirse en aquella ideal que entonces imaginábamos.
Como era de esperar no todo el mundo comparte este análisis, y en un interesante debate en facebook se me hizo notar que hace cuarenta años las cosas no eran tan bonitas como yo planteaba y que, por tanto, deberíamos reconocer que sí que se ha producido un progreso que debería satisfacernos. Como por casualidad, hace dos días leía un artículo en "El País" que desarrollaba esta idea, la de que pese al pesimismo generalizado el mundo estaba mejor que nunca. Los datos que aportaba el artículo eran incontestables; pero aún así queda la pregunta en el aire ¿por qué si los datos son positivos el pesimismo es generalizado? El artículo apunta unas cuantas respuestas, pero no creo que sean satisfactorias. Me parece que todavía hay que darle más vueltas al tema.



Lo primero es abordar la cuestión de si realmente hemos avanzado, hemos retrocedido o dónde narices estamos. Evidentemente, la respuesta ha de ser matizada. Existen progresos importantes en algunos temas, retrocesos en otros y, sobre todo, un cambio en la sociedad que hace difícil establecer comparaciones. Por otro lado debemos distinguir entre el mundo en general y nuestro entorno más próximo; esto es, que pasa si consideramos el conjunto del planeta o nuestro país, España. En lo que se refiere al mundo en general no creo que haya dudas de que ha habido un avance grande en el desarrollo de muchos países que hace cuarenta o cincuenta años pasaban por enormes dificultades. China, por ejemplo. Cuando yo era niño resonaban todavía las noticias sobre hambrunas que mataban a millones de personas. Ahora China es una potencia económica con una clase media de centenares de millones de personas y probablemente sería impensable en ella un desastre que condujera a la muerte por inanición de millones de personas en el país. Seguramente haya ahora mismo otros riesgos, de manera destacada la contaminación atmosférica; pero asumamos que en el terreno de los bienes que se producen y su reparto en China se ha producido un desarrollo muy importante.
Lo mismo se podría decir de muchos otros países y del planeta en su conjunto. Los datos del artículo de "El País" que citaba antes permiten ver como en Asia, en América Latina o en África la situación ha mejorado sensiblemente en términos de alfatebización, reducción de la pobreza extrema, hambrunas y atención médica.



En Europa todas las cosas a las que se acaba de hacer referencia se daban por superadas hace tiempo. Las últimas grandes hambrunas en Europa son del siglo XIX (como la gran hambruna irlandesa de 1845 a 1849). A mediados del siglo XX los europeos (occidentales) gozaban de sistemas democráticos, trabajos estables, salarios que permitían que tan solo uno fuera suficiente para el mantenimiento de un hogar, servicios públicos como sanidad y educación y jubilaciones generosas. Entre 1950 y 1975 se vivieron años de desarrollo (en parte también como consecuencia de la ayuda americana tras la II Guerra Mundial) y una estabilidad social bastante importante. El acceso a la educación era bastante abierto, y la obtención de un título universitario prácticamente garantizaba un estatus social desahogado. España llegó con algo de retraso a esta situación, pero creo que todos nos reconoceremos en este retrato si nos remontamos a los años 70 u 80 del siglo XX.
A finales del siglo XX y comienzos del XXI esto comenzó a cambiar. Creo que lo primero que notamos fue el deterioro de la estabilidad y condiciones laborales. En 2005 se acuñó el término "mileruista" para referirse a la situación en la que se encontraban muchos españoles, incluso con una muy buena formación que con un sueldo de tan solo mil euros al mes no tenían grandes expectativas de mejorarlo a lo largo de la vida. Además, la estabilidad laboral (un trabajo para toda la vida) que había caracterizado a los años cincuenta, sesenta y setenta desapareció: contratos temporales que se alargaban, etapas de paro entre trabajo y trabajo... sin alcanzar nunca el ansiado estatus de trabajador con un contrato indefinido.
Intuyo que este cambio fue más importante de lo que indican las meras cifras macroeconómicas. La falta de estabilidad laboral se convierte también en falta de estabilidad personal. Se alarga el tiempo que se pasa en casa de los padres antes de "independizarse", se retrasan los planes de formar familia o tener hijos... Tanto en mi generación como en la generación que la sigue conozco (y seguramente todos conocemos) casos que encajan en este perfil.
Tras la crisis de 2008 el término mileurista no se refiere ya a un contrato mal pagado porque en la actualidad un sueldo de mil euros ya es considerado un buen salario. La devaluación salarial de los últimos años ha llevado a que muchos salarios se sitúen en el entorno de los 800-900 euros mensuales, y en las mismas condiciones de precariedad que ya conocemos.
¿Alguien puede sostener que en España las condiciones laborales han mejorado en los últimos veinte años?
Por entrar mínimamente en datos macroeconómicos: en el año 2000 el PIB de España fue de 646.250 millones de euros y el salario medio anual de 17.319 euros. En el año 2015 el PIB de España fue de 1.081.190 euros y el salario medio de 26.259 euros (los datos los tomo de Datos Macro). Eso implica que en estos 15 años el PIB aumento un 67% (434.940 millones sobre 646.250 millones) y el salario medio creció un 52% (de 17.319 euros a 26.259 euros). Si el salario medio hubiera crecido en la misma proporción que el PIB el salario medio en España sería de 28.922 euros, y no de 26.259, un 10% más. Y estamos hablando de salarios medios; si consideráramos la mitad de los salarios más bajos es probable que nos encontráramos con una diferencia mayor. Seguro que los datos están por ahí y alguien podrá hacer el cálculo. En este mismo período el IPC subió un 43,2%. Esto es, el salario medio aún subió más que el IPC, pero me gustaría saber el resultado de comparar esta subida del IPC con los salarios que se sitúan por debajo del salario medio, y que ahora mismo en España son la de la mayoría de los trabajadores (en España, en el año 2014, un 45% de los trabajadores tenía ingresos inferiores a los 18.68.40 euros anuales, según datos del INE). Aún así, que el salario de cada trabajador pesa menos respecto al conjunto de la riqueza del país ahora que hace quince años es un dato irrefutable, así como el descenso de la participación de los salarios en el PIB.



Si de los salarios pasamos a las pensiones nos encontramos también con una situación de devaluación. Creo que eso es objetivo. Todos crecimos con la referencia mítica a los 65 años como edad de jubilación. Como es sabido, esto ya no es así, sino que la edad de jubilación se ha incrementado y la perspectiva es que se siga incrementando. Quizás éste sea un dato que contribuya a esa sensación de pesimismo que tanto extraña al autor del artículo que citaba al comienzo de esta entrada. Si no hacen más que repetirnos que tendremos que trabajar más años, con salarios más bajos y, además -y tal como veremos enseguida- para alcanzar pensiones menores ¿cómo narices vamos a ser optimistas?
Porque no se trata solo de que tendremos que trabajar más años, sino que, además, cobraremos menos de pensión. Para comprobarlo basta consultar los arts. 204 a 211 de la Ley General de Seguridad Social, que es donde se regula quiénes tienen derecho a la pensión de jubilación y cómo se calcula su cuantía. En la actualidad la pensión se calcula sobre los salarios de los 25 años anteriores a la jubilación. En el año 2000, el cálculo de la pensión se hacía sobre los 15 años anteriores. Además se introduce en la actualidad un factor de sostenibilidad que antes no existía. En fin, no creo que quepan excesivas dudas de que el objetivo es que las pensiones sean más reducidas; a lo que, por otra parte, también ayudará la disminución de los salarios.
Las perspectivas en cuanto a servicios públicos tampoco son halagüeñas. El discurso constante de la necesaria reducción del gasto público parece orientado a hacernos desconfiar de la sostenibilidad de servicios básicos como la sanidad y la educación; a lo que se une también la dificultad para el pago de las pensiones. Llama la atención, por poner solo un ejemplo, cómo recientemente la Generalitat de Cataluña destacaba como un logro ante inversores internacionales el descenso en el gasto público en sanidad, educación y servicios sociales. En Cataluña, por ejemplo, la subida de las tasas universitarias es una muestra clara de cómo algo que se daba por sentado, el acceso de cualquiera que tuviera méritos suficientes a la educación superior, ya no es tan claro dado lo elevado del coste de un curso en la Universidad.
Finalmente, hay un tema que tiene también su importancia en el ánimo con el que se afronta el futuro. Hace unas décadas se asumía que una buena formación aseguraba un futuro estable e ingresos razonables. Ahora eso ya no es así. Los titulados superiores no obtienen ni estabilidad en el empleo ni salarios que garanticen una posición equivalente a la que tenían sus homólogos de hace treinta o cuarenta años. Los médicos, abogados o ingenieros actuales no tienen el acceso a la posición social de sus equivalentes de los años cincuenta, sesenta o setenta del siglo XX. Hace veinte años recuerdo una conversación con mi casero, ejecutivo en una empresa, quien me contaba que estaban haciendo entrevistas de trabajo y que se le caía el alma a los pies porque se encontraban gente muy preparada, con un título universitario, un máster y muy buen conocimiento de inglés y francés y tan solo les ofrecían salarios modestos, porque -como él me reconocía- tenían cola para esos puestos y los candidatos estaban dispuestos a trabajar por cantidades inferiores a las que él mismo consideraba justas dada su preparación.
Me imagino que nadie se sorprenderá de lo que acabo de contar. Con frecuencia la distinción entre salarios no es debida a la formación, sino a la antigüedad. Un oficial de taller con un contrato antiguo puede estar cobrando más que el joven ingeniero que es su jefe. Me han comentado varias de estas situaciones que contribuyen a que la esperanza de que mediante el estudio y el esfuerzo se pueda conseguir una posición desahogada se volatilicen. Muchos de los jóvenes que han emigrado en los últimos años pueden dar testimonio de ello. Conozco a varios que se mostraban estupefactos de que con unas credenciales estupendas en cuanto a su formación no tuvieran opciones de conseguir la estabilidad laboral en España.



A la vista de lo que he comentado, no creo que sorprenda mi sorpresa por la que muestran personas como el autor del artículo de "El País" que citaba al comienzo, y que se extrañan del pesimismo generalizado en la sociedad. Si nos fijamos en nuestro entorno más inmediato, y con independencia de que la situación media no sea todavía mala, sí que es claro que hemos iniciado un camino descendente que no sabemos a dónde nos conducirá. Es cierto que a nivel global el mundo no ha empeorado y que existen regiones donde se ha vivido una mejora sustancial; pero eso no quita para que en Europa, y más en concreto en España, hayamos sufrido un descenso significativo en la calidad del trabajo y de las pensiones a la vez que se nos advierte del riesgo en el que se encuentra el estado de bienestar.
¿Existe una relación entre la mejora en algunas partes del planeta y el deterioro en otras? Creo que sí. Cuando hace veinte tantos años se aprobó la creación de la OMC mi primer pensamiento es que era un gesto de generosidad del primer mundo hacia los países en desarrollo. En contra de lo que entonces decían unos cuantos, calculaba que la facilitación de la llegada de mercancías y servicios procedentes de países donde los salarios son más bajos acabaría beneficiando a esos países, pero a costa de perjudicar las condiciones laborales en los países más desarrollados. Creo que el tiempo ha dado la razón a ese previsión. La globalización tiende a equilibrar las condiciones en todo el planeta, a acercar salarios y condiciones laborales y, por tanto, lo lógico es quienes estaban en mejor situación hace veinte años (Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia...) se vean perjudicados.
La duda que queda ahora es la de si tras esta primera etapa de igualación es posible mantener un desarrollo de los diferentes países del mundo en el que todos acaben mejorando sus condiciones de vida. Mi impresión es que sin una gobernanza pública de la globalización eso no es posible, ya que el mercado, por sí solo, conducirá a una espiral de depauperación de las condiciones de trabajo de la mayoría de la población



La globalización, por otra parte, ha tenido otra consecuencia, y es la de que todos nos sentimos más cerca de los problemas que nos rodean. Esta es una observación que correctamente se incluye en el artículo de "El País" que da pie a esta entrada. Y esto no es solamente consecuencia de la mejora de las comunicaciones y, especialmente, de Internet; sino de que las fronteras ahora ya no dibujan compartimentos estancos tras los cuales podemos sentirnos seguros. Ahora somos conscientes de que lo que está pasando en lugares que pueden parecer lejanos en realidad nos afectan directamente. Ninguna crisis nos es ajena porque realmente no lo es. Y de eso somos más conscientes (o asumimos inconscientemente) los ciudadanos que los poderes públicos. En este sentido me parece significativo un asunto relativamente menor, pero que da cuenta de esto que explico. Cuando se planteo una crisis de deuda en Chipre los responsables de la Unión Europea acordaron realizar una quita en los ahorros depositados en bancos chipriotas. Les pareció la mejor solución, pero tuvieron que volver sobre ella a las pocas horas porque los ahorradores europeos (incluidos los alemanes) reaccionaron espantados ante tal posibilidad asumiendo que si se había hecho en Chipre podría pasarles también a ellos (aquí lo explico con un poco más de detalle). El resultado es una preocupación constante por la forma en que nos afectarán las diversas crisis que se originan en el Mundo.
En definitiva, que me parece bastante justificada una aptitud pesimista. Estamos en una época de cambio profundo. Se están barajando de nuevo las cartas y son (somos) muchos los que podemos quedar excluidos, situados a un lado de una frontera social que puede permanecer por siglos. Con frecuencia pienso que lo que vivimos no es tan diferente de la situación que vivía Europa en el siglo XI, cuando acabó por cristalizar el feudalismo que dividió a la sociedad en dos grupos diferenciados e incomunicados: los pocos nobles privilegiados y los muchísimos explotados. Evidentemente, no es esta la situación... todavía; pero sería bueno seguir las tendencias para intentar evitar los riesgos de la sociedad que se nos está imponiendo.